This weekend we hear a Gospel message which can be a little confusing for us. lt does not seem Christ like that he wants to set the world on fire. We often associate fire with destruction or Hell, so it can sound like Jesus wants to de-stroy the world or send the world to Hell. We have to remember that tire is also associated with the Holy Spirit and that on Pentecost flames of fire descended upon Jesus's disciples. In Deuteronomy 4:24 and Exodus 13:21-22, fire is used to describe God's burning love for humanity. Jesus wants to set the world on fire with a love for God that mirrors the burning love that God has for us. This is a fire that consumes sin and burns with love. When we are in love with someone it can feel like there is a fire in us that consumes everything else. Jesus wants us to have that kind of fire of love in our hearts for God.
Jesus speaks of a Baptism that is when he will suffer and die on the cross for us. Jesus is literally saying how much he longs for his passion and death so that we might know his love for us. lt is a powerful prayer to gaze upon a crucifix and hold your hand over your heart. Pray that the fire of love that Jesus showed for you on the cross will burn in your heart. This is a prayer that will start to set us on fire with love for God. The greatest challenge that our world and the Church faces today is a lukewarmness when it comes to God. lt is so powerful when we gather together on Sunday and ask that we might all feel this fire of love.
While Jesus carne into the world to bring peace and reconciliation, the message of the Gospel can also bring division. lt is not because God desires division but that when human beings resist the Gospel through sin then division results. lf we choose to not accept the Gospel then we choose to be opponents of Jesus. We choose to form an opposing camp to God, rather than God forming the camp against us. lt is important for us to remember how Jesus told St. Peter to get behind him when he thought as human beings do rather than as God. When we choose to not listen to Jesus then we separate ourselves from the Gospel.
Jesus set us on fire with love of you,
Fr. Charlie
El Evangelio de este Domingo es un poco difícil de entender. La sangre que Cristo derramó sobre la cruz provocó un incendio en el que tantos corazones se han encendido y consumido con un fuego abrazador. Este suceso ha hecho un quiebre total en la historia de la humanidad y en la vida de cada hombre. Es Dios quien ha traído fuego al mundo a un precio que solo Él podía pagar. Tenemos una oportunidad de oro para ser colaboradores al transmitir la conciencia de lo que somos por pura gracia: Su creación más amada. Nuestra parte será transmitir y propagar el fuego que llevamos dentro; si lo alimentamos, podremos satisfacer el deseo que lleva Cristo en su interior: Ojalá el mundo ya estuviese ardiendo en amor.
Estemos atentos, porque el fuego que hemos recibido se puede ahogar si nos encerramos en nosotros mismos y no lo transmitimos. Seremos tibios si, no encontrando una buena razón para compartirlo, nos guardamos este don. Sería una pena que poco a poco se fuese apagando. Si aprendemos a valorar lo que Dios nos ha dona-do podremos convencemos de que dejarnos quemar por el amor es la razón por la cual hemos nacido: para amar y ser amados. La invi-tación que Cristo nos hace es amar apasionadamente hasta que los latidos de nuestro corazón no solo le den vida a nuestro cuerpo, sino que den vida a toda nuestra familia y a toda la Iglesia.
Toda celebración eucarística a la vez que constituye un acto de culto público a Dios, recuerda la vida y hechos concretos de nuestra existencia. Mientras nos nutrimos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos asimilamos a Él, recibimos en nosotros su amor, no para retenerlo celosamente, sino para compartirlo con los demás. Esta lógica está inscrita en la eucaristía, recibimos su amor en nosotros y lo compartimos con los demás. Esta es la lógica eucarística. En ella, de hecho, contemplamos a Jesús como pan partido y donado, sangre derramada por nuestra salvación. Es una presencia que, como un fuego, quema en nosotros las actitudes egoístas, nos purifica de la tendencia a dar sólo cuando hemos recibido, y enciende el deseo de hacernos, también nosotros, en unión con Jesús, pan partido y sangre derramada por los hermanos.
Jesús ayúdanos de estar preparados para su venida, Padre Charlie